martes, 12 de marzo de 2013

ANTICOMUNISMO SOCIALISTA


LAS TRECE ROSAS

Tengo un gran amigo, socialista como yo, que comparte la necesidad de regenerar, cambiar y renovar el PSE-EE con todos nosotros y nosotras, y que siente un gran orgullo por el camino dado y sus resultados: el debate democrático de las ideas de izquierdas, dentro y fuera del partido. La otra noche, debatíamos sobre la posibilidad de generar un espacio en el seno de la sociedad civil, con el objetivo –precisamente- de debatir (de no poder hacerlo en los caducos causes orgánicos- sobre el rol del partido en lo sociedad civil como –paralelamente- espacio estatal superestructural; los movimientos sociales como espacios sanos (más o menos) de esa sociedad civil, y el papel de los y las militantes de este partido en esos espacios y cómo compatibilizar una militancia a partidaria en los mismos con el rol de vanguardia del partido. Como se puede leer hasta ahora, mi amigo y yo estábamos debatiendo sobre cuestiones muy ricas; pero se le cambió el gesto en el rostro cundo le propuse un nombre para una plataforma a generar en la sociedad civil: “LAS TRECE ROSAS”.
Yo pienso que es un buen nombre para reivindicar, a la par, el feminismo de las militantes socialistas durante la nefasta Guerra Civil en España. Pero mi amigo dice que ese nombre remite a unas militantes de las JSU; a unas traidoras al socialismo que –siguiendo la estrategia estalinista de Santiago Carrillo (posteriormente reconvertido en eurocomunista gramsciano y reivindicado en tres homenajes por el PSE-EE alavés)- participaron de la coaptación de las Juventudes Socialistas por un Partido Comunista Español al servicio de la URSS.

Es recíproca la historia de desencuentros durante la posguerra y la transición entre los dos grandes protagonistas de la izquierda española: el PSOE y el PCE. Ambos, tras la lógica de los Frentes, combatieron juntos y mantuvieron las principales discordias más con los anarquistas de la CNT y la CGT y los trotskistas de la Liga que entre sí (fundamentalmente gracias a las políticas de los ya reivindicados oficialmente por el PSOE, Largo Caballero y Negrín). Ambos plantearon estrategias diferentes para con la contradicción de clases fundamental durante la Guerra Fría, tras la Segunda Guerra Mundial: conciliación de clases para construir el Estado del Bienestar, la socialdemocracia hija del SPD; lucha de clases (incluso mediante metodologías de la democracia burguesa como el parlamentarismo y/o el entrismo en los sindicatos verticales mediante las CC OO) de parte del PC primero y su hija, la IU luego. Para colmo de males (o de bienes, mejor dicho), la ciudadanía apoyó a un PSOE que se sacudió el leninismo de sus programas estratégicos y su organización interna a la par que combatía con vehemencia el discurso de la derecha franquista, y castigó con dureza el pactismo de un PCE que votaba en referéndum una Constitución monárquica (por supuesto, el PSOE también lo hacía). Luego del 23F, mientras que el PSOE ofrecía “café para todos” desde un jacobinismo esquizofrénico para un partido organizado internamente de manera federal; en IU se despachaba a Carrillo y se apostaba por figuras cada vez más jacobinas, hasta el encuentro en la candidatura de Joaquín Almunia, apoyada desde IU por el comunista jacobino y catalán Paco Frutos, que traicionaba definitivamente el federalismo anticapitalista de los soviets. Luego, tras el triunfo del “compañero” José Luis; Gaspar  Llamazares ha vuelto a las políticas de pacto entre emboas formaciones en la primer legislatura socialista, la de las reformas ciudadanas más ricas y la de los avances económicos más lentos (antes del neoliberalismo frente a la crisis de la segunda legislatura). Sin embargo, durante toda esta historia, los militantes del PSOE nos cobramos con creces lo de las JSU, coaptando a cuanto dirigente comunista se dejase en todo el territorio español; fundamentalmente aquellos cuadros que exigían a la nomenclatura de ellos mayores cuotas de democracia interna, pasando a ser disciplinados dirigentes de unas estructuras no siempre muy democráticas (seamos serios).

Una vez dicho todo esto, me permito pregúntame con otro gran amigo –éste argentino, radical republicano y reformista, y socialista hasta en el ADN-: “cómo no nos van a dominar los yanquis”. Cómo no íbamos a perder la Guerra Civil, cómo no seríamos ineficaces frente al gobierno de Franco, cómo no nos impondrían políticas cada vez más liberales en términos de egoísmo tras el 23F, cómo no nos alejaríamos toda la izquierda política y social de la ciudadanía que estamos obligados a representar e –incluso- liderar, cómo si seguimos con los viejos rencores y rencillas.

LAS TRECE ROSAS siguen simbolizando (a mi entender) la lucha de las mujeres de las izquierdas contra el fascismo y el machismo, y continúan siendo un ejemplo a seguir por socialistas, comunistas y feministas, sobre todo tras el escándalo de Ponferrada protagonizado por la dirección de mi PSOE.

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