lunes, 8 de septiembre de 2008

AFRICA: SAQUEO Y OLVIDO

Reseña de la ponencia de Artur Colom (Julio de 2004) “África en la globalización: dependencia, mutaciones y retos”, en África: camins per la pau; XIX edición, Universitat Internacional de la Pau, Sant Cugat del Vallès; Págs. 57-69.

En la introducción de este detallado trabajo, Artur Colom inserta la violencia política en “un marco social, político y económico” y, a partir de esta premisa, subraya que “los procesos y la estructura económica también pueden ofrecer explicaciones sobre los fenómenos de violencia política”; por lo que su punto de partida, lejos de pecar de economicista, interrelaciona el análisis económico con factores políticos, sociales y culturales a lo largo de todo el trabajo. Introduce –incluso- una perspectiva de historia económica de la que adolecen otros estudios.
Así se toma el trabajo de desarrollar el Informe sobre Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD); aportando un Índice de Desarrollo Humano que, por un lado, incluye disparidades globales que no se miden únicamente sobre la base de los PIB nacionales o la distribución del ingreso –indicadores que no miden, por ejemplo, la accesibilidad universal a prestaciones públicas en salud, educación o medioambiente saludable, sustentable y sostenible-; y por el otro, se toma la molestia de abordar una fuente publicada por el PNUD el día previo a su presentación y que resulta perfectamente pertinente a la misma. El carácter riguroso de su análisis y la preocupación por interrelacionar la ciencia económica con otras disciplinas sociales sin producir compartimentos estancos entre todas éstas, permanecen a lo largo de toda la ponencia de Colom.
En esa introducción -“África en la globalización”-, el autor también acierta a la hora de relacionar la preocupante pobreza africana –según sus propios documentos, también preocupante para organismos como el Banco Mundial (BM) y el G-7-, con la exclusión de la globalización de ese Continente, en aspectos tan paradigmáticos para ésta como en el comercio internacional o las entradas de Inversiones Extranjeras Directas (IED).

Precisamente, el autor realiza una explicación de la importancia del comercio internacional en la historia económica de África, condicionada por la política a partir del colonialismo, en el primer capítulo de la ponencia. El segundo capítulo “Las tentativas de autocentramiento”, inserta las tentativas de producción para un mercado interno y del paraguas del Tercer Mundo, dirigida por los Estados nacionales y con una impronta de diversificación e industrialización de esa producción, en el contexto político del Tercer Mundo con la Conferencia afroasiática de Bandung en 1955 y el proyecto político de los no alineados, que “buscaban su lugar bajo el sol fuera del campo soviético y del campo capitalista occidental”. Pero lo hace denunciando la corresponsabilidad de aquellos gobiernos africanos en la situación de dependencia en la que se encontraban las economías de sus países. Y, precisamente, es a partir de ese correcto reconocimiento de la corresponsabilidad en la situación, lo lleva al autor a subrayar en la misma página que “Las numerosas contradicciones que se detectaban en esos proyectos, así como un entorno mundial desfavorable, dan al traste con ellos inaugurándose de la mano del FMI y del BM la era del ajuste estructural”.
Respecto a ese “entorno mundial desfavorable”, Colom dedica otro capítulo a “La crisis de los años 70”, referido al alza de precios del petróleo del año 1973; explicando la dependencia de las economías nacionales africanas respecto a este producto, con las excepciones de Gabón y Nigeria; y la forma en que los gobiernos africanos asumieron deudas para sanear las cuentas macroeconómicas, otorgados por bancos de las metrópolis que administraban las ganancias de los países de la OPEP y compañías petroleras que forzaron y se beneficiaron con aquellos incrementos del crudo. Lo que se echa de menos en este capítulo es una puntualización respecto a la distribución –consideramos que desigual, como en otros países productores de petróleo, en parte debido a la corrupción gubernamental-, de aquellos ingresos en Gabón y Nigeria; distribución del ingreso que se podría cuantificar comparando, por ejemplo, los índices de pobreza en esos mismos países africanos con la Evolución de la relación de intercambio en África (1970-1999), o el índice del PIB en Nigeria y Gabón. En el capítulo que Colom titula “Lagos vs. Berg”, el autor compara ambos proyectos.

Para terminar, los objetivos a cumplir por los países africanos más pobres –y los de otros países muy pobres y endeudados- tras la condonación de sus deudas externas (muy loables pero poco controlados en lo que hace a la participación ciudadana en la sociedad civil), continúan basándose en la aplicación de programas económicos considerados como “buenos” por el FMI, el BM o la OCDE: el credo fundamentalista neoliberal, tal como se indica por Artur Colom en el último capítulo referido a “Los retos de los años 90”. Y no queremos finalizar con la reseña de esta elaborada ponencia, sin destacar que la mayoría de los gráficos, realizados casi todos sobre otras fuentes pero con elaboración propia, permiten –enriqueciendo el análisis- establecer tendencias.

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